Cuando no te das cuenta, ya has caído en la trampa. No puedes pedir tiempo muerto, no puedes darle la espalda, no puedes porque sería como escupir al viento y que te rebotara en la cara. Tú, no sabes de donde procede, o cuando se ha instalado en un hueco de ti, pero ahí esta, haciéndose paso a paso un imprescindible en tu vida. Uno más uno da dos. Lógico, claro y conciso. Pues todo cambia cuando llega, es como si ... Como si un tornado entrase por la mas pequeña abertura y se llevase todo cuanto se le interpone de por medio. Cordura, razón, inteligencia, responsabilidad ... Y lo único que queda es él. Todo es un juego, un juego del azahar, unas veces ganas, y ... otras tantas pierdes. Él interpone las reglas, pero es un sentimiento que carece de ellas. Es una enfermedad de la que todavía no se conoce la cura, pero puede suponer la redención si solo aceptas asumir los síntomas. Solo él puede hacer que todo gire del revés, y que tenga todo sentido al mismo tiempo.
Pero claro el amor, por supuesto, no entiende de fronteras.
Pero claro el amor, por supuesto, no entiende de fronteras.
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